¿Qué es el Alopurinol?
El alopurinol es un medicamento que pertenece al grupo de los inhibidores de la xantina oxidasa, una enzima que participa en la producción de ácido úrico en el organismo. Su función principal es reducir los niveles elevados de ácido úrico en sangre, una condición conocida como hiperuricemia, que puede dar lugar a enfermedades como la gota y los cálculos renales.
Este fármaco no actúa como un analgésico ni está diseñado para aliviar el dolor agudo de los ataques de gota, sino que se utiliza como tratamiento a largo plazo para prevenir su recurrencia. Por lo tanto, el alopurinol forma parte de un enfoque terapéutico preventivo y de mantenimiento, indicado para quienes presentan niveles crónicamente altos de ácido úrico.
Definición general del medicamento
El alopurinol es un agente uricosúrico que interfiere en la síntesis del ácido úrico al inhibir la conversión de hipoxantina en xantina, y de esta última en ácido úrico. Esta acción permite reducir progresivamente las concentraciones de ácido úrico en sangre y orina, disminuyendo así el riesgo de formación de cristales de urato en las articulaciones y en el sistema renal.
Se administra por vía oral y está disponible en diversas concentraciones, siendo las más comunes las presentaciones de 100 mg y 300 mg. Su uso debe estar acompañado de un seguimiento médico, especialmente al inicio del tratamiento, para ajustar la dosis según la respuesta del paciente y su función renal.
Breve historia y uso clínico
El alopurinol fue desarrollado en la década de 1960 y desde entonces se ha consolidado como uno de los tratamientos más eficaces para controlar la hiperuricemia. Su introducción supuso una alternativa segura y eficiente frente a métodos anteriores menos específicos.
Hoy en día, el alopurinol se incluye en las guías clínicas internacionales como primera línea terapéutica para pacientes con gota crónica y otras patologías relacionadas con el exceso de ácido úrico. También se emplea de forma preventiva en personas sometidas a tratamientos oncológicos que pueden provocar un síndrome de lisis tumoral, una condición que conlleva la liberación masiva de ácido úrico en el organismo.
Por qué es comúnmente recetado
La popularidad del alopurinol en la práctica médica se debe a su efectividad comprobada, su perfil de seguridad en tratamientos prolongados y su bajo coste. Es recetado tanto por médicos generales como por reumatólogos y nefrólogos, ya que abarca un amplio espectro de condiciones médicas.
Además, su uso está respaldado por décadas de experiencia clínica, lo que ha permitido establecer protocolos claros para su prescripción y seguimiento. Esto ha convertido al alopurinol en una opción terapéutica de confianza, especialmente para quienes necesitan un control sostenido del ácido úrico para prevenir complicaciones articulares y renales.
Composición
El alopurinol está formulado con un principio activo específico que le confiere su acción terapéutica, acompañado de una serie de excipientes que garantizan su estabilidad, absorción y conservación adecuada. Comprender su composición permite valorar su tolerancia y adaptabilidad a diferentes perfiles de pacientes, especialmente aquellos con alergias o condiciones clínicas particulares.
Principio activo: alopurinol
El componente principal del medicamento es el alopurinol, un inhibidor estructuralmente relacionado con las purinas, que actúa bloqueando la enzima xantina oxidasa. Este principio activo es responsable de reducir la producción de ácido úrico, lo cual es fundamental para evitar la formación de cristales de urato en articulaciones y tejidos.
La cantidad del principio activo puede variar según la presentación. Las dosis más utilizadas en la práctica clínica son de 100 mg y 300 mg por comprimido. La elección de la dosis depende de la severidad de la hiperuricemia, la función renal del paciente y otros factores individuales, siempre bajo criterio médico.
Formas de presentación y concentraciones
El alopurinol se presenta generalmente en forma de comprimidos recubiertos de administración oral. Las dos concentraciones más comunes son:
- Alopurinol 100 mg: indicado habitualmente como dosis inicial o para pacientes con requerimientos bajos o sensibilidad renal.
- Alopurinol 300 mg: utilizado en pacientes que requieren un control más intensivo del ácido úrico, tras una valoración médica exhaustiva.
Ambas presentaciones permiten una administración flexible y adaptable a las necesidades terapéuticas del paciente, y suelen presentarse en envases de 28 o 30 comprimidos.
Excipientes y otros componentes
Además del principio activo, el alopurinol contiene excipientes que facilitan su formulación y eficacia. Estos pueden incluir:
- Lactosa monohidrato
- Almidón de maíz
- Povidona
- Estearato de magnesio
- Dióxido de silicio coloidal
Estos componentes son inactivos desde el punto de vista terapéutico, pero son fundamentales para garantizar la forma farmacéutica, la disolución y la correcta absorción del medicamento. Es importante revisar la lista de excipientes en caso de alergias conocidas o intolerancias, especialmente en personas con intolerancia a la lactosa.
La composición del alopurinol, tanto en su principio activo como en sus excipientes, está regulada y controlada bajo estrictos estándares farmacéuticos para asegurar su calidad, eficacia y seguridad en el tratamiento prolongado de la hiperuricemia.
¿Cómo tomar Alopurinol?
El uso adecuado del alopurinol es fundamental para obtener los beneficios esperados en la reducción del ácido úrico y prevenir complicaciones como ataques de gota o formación de cálculos renales. El tratamiento debe iniciarse y mantenerse bajo supervisión médica, con ajustes individuales según la condición del paciente.
Dosis recomendada según edad y condición
La dosis inicial habitual en adultos es de 100 mg al día, que puede aumentarse gradualmente dependiendo de los niveles de ácido úrico en sangre y la respuesta del paciente. En casos leves, 100 a 300 mg al día suelen ser suficientes. En situaciones más graves, como una hiperuricemia severa o gota tofacea, pueden requerirse dosis de hasta 600 mg o incluso 800 mg diarios, repartidas en varias tomas.
En pacientes de edad avanzada o con insuficiencia renal, la dosis debe ajustarse con precaución, ya que la eliminación del alopurinol y sus metabolitos se produce a través de los riñones. También se recomienda iniciar el tratamiento con dosis más bajas en pacientes con riesgo elevado de reacciones adversas.
En niños, el uso de alopurinol es poco común y se reserva para casos específicos, como trastornos enzimáticos hereditarios con hiperuricemia severa. Las dosis pediátricas son calculadas según el peso corporal, generalmente entre 10 y 20 mg/kg/día.
Frecuencia de administración
El alopurinol se administra generalmente una vez al día, preferentemente después de una comida para reducir el riesgo de molestias gastrointestinales. En dosis altas, el médico puede recomendar dividir la cantidad total en dos o tres tomas diarias para mejorar la tolerancia.
Es importante mantener una rutina constante en el horario de administración para asegurar niveles estables del medicamento en el organismo y optimizar su efecto preventivo.
Consejos para una correcta ingesta
Para garantizar la eficacia y seguridad del tratamiento, se recomienda:
- Tomar los comprimidos con un vaso de agua, después de las comidas.
- Mantener una adecuada hidratación durante el tratamiento.
- No masticar ni triturar los comprimidos, a menos que el médico lo indique.
- Seguir las indicaciones médicas sobre controles periódicos de ácido úrico y función renal.
El alopurinol no debe utilizarse como tratamiento de los ataques agudos de gota. En caso de que aparezca un brote mientras se está en tratamiento, no se debe suspender el medicamento sin consultar al médico. De hecho, es común que se acompañe de otros fármacos antiinflamatorios al inicio del tratamiento para evitar este tipo de reacciones.
Qué hacer en caso de olvidar una dosis
Si se olvida una dosis, debe tomarse tan pronto como se recuerde, a menos que esté muy próxima la siguiente toma. En ese caso, se debe omitir la dosis olvidada y continuar con el horario habitual. No se debe tomar una dosis doble para compensar la omisión.
La regularidad en la toma del alopurinol es clave para mantener controlados los niveles de ácido úrico y prevenir complicaciones a largo plazo. Por eso, se recomienda integrar la toma del medicamento en la rutina diaria y usar recordatorios si es necesario.
¿Cómo actúa el Alopurinol?
El alopurinol actúa directamente sobre el metabolismo del ácido úrico, una sustancia que se forma en el organismo como resultado de la descomposición de las purinas, compuestos presentes en ciertos alimentos y en las células del cuerpo. Cuando el ácido úrico se acumula en exceso, puede cristalizar y depositarse en las articulaciones y tejidos, provocando inflamación y dolor, como ocurre en la gota. El alopurinol previene estas complicaciones al reducir la producción de ácido úrico desde su origen metabólico.
Mecanismo de acción
El alopurinol inhibe de forma selectiva la enzima xantina oxidasa, responsable de convertir la hipoxantina en xantina, y esta última en ácido úrico. Al bloquear esta enzima, el medicamento interrumpe la cadena final del metabolismo de las purinas, disminuyendo significativamente la formación de ácido úrico en el cuerpo.
Este mecanismo no solo reduce los niveles de ácido úrico en sangre (uricemia), sino también en la orina, lo que contribuye a prevenir la formación de cálculos renales por urato y a reducir el volumen de cristales que se acumulan en los tejidos articulares.
A diferencia de otros tratamientos que eliminan el ácido úrico ya formado, el alopurinol actúa en la raíz del problema, controlando su producción y evitando nuevos brotes inflamatorios.
Reducción progresiva del ácido úrico
El efecto del alopurinol no es inmediato. El descenso de los niveles de ácido úrico ocurre de forma gradual a lo largo de días o semanas, dependiendo de la dosis y de la respuesta individual del paciente. Por esta razón, no se utiliza para tratar ataques agudos, sino como parte de un plan terapéutico a largo plazo.
Durante las primeras semanas de tratamiento, es posible que se presenten brotes de gota, ya que la movilización del ácido úrico depositado puede generar inflamación. Esta reacción transitoria es conocida y suele prevenirse con el uso concomitante de antiinflamatorios o colchicina al inicio del tratamiento.
Efectos metabólicos y beneficios clínicos
Además de reducir la uricemia, el alopurinol tiene efectos beneficiosos en otras patologías donde la acumulación de ácido úrico puede ser perjudicial, como en ciertos trastornos hematológicos o durante la quimioterapia. Al controlar el ácido úrico, también se mejora la función renal en pacientes con riesgo de nefropatía por urato.
Con el uso continuado del medicamento y un seguimiento médico adecuado, se logra una estabilización de los niveles de ácido úrico, lo que permite disminuir la frecuencia e intensidad de los ataques de gota, disolver lentamente los depósitos de cristales en los tejidos y prevenir complicaciones renales asociadas.
Indicaciones
El alopurinol está indicado en una variedad de condiciones clínicas en las que se presenta un exceso de ácido úrico en el organismo, ya sea por una producción aumentada o una eliminación deficiente. Su uso está enfocado en la prevención y el tratamiento a largo plazo de patologías asociadas a la hiperuricemia, y debe iniciarse únicamente bajo indicación médica, con un seguimiento regular de los niveles de ácido úrico y de la función renal.
Hiperuricemia primaria
La indicación principal del alopurinol es la hiperuricemia primaria, una condición en la que el organismo produce más ácido úrico del que puede eliminar. Esto suele estar relacionado con factores genéticos o metabólicos. En estos casos, el tratamiento con alopurinol ayuda a mantener niveles séricos de ácido úrico dentro del rango normal y a prevenir la formación de cristales de urato en tejidos blandos y articulaciones.
Gota crónica
El alopurinol se utiliza de forma sistemática en pacientes con gota crónica, caracterizada por la aparición repetida de ataques articulares dolorosos causados por la acumulación de cristales de ácido úrico. No se emplea para tratar ataques agudos, pero su uso regular reduce la frecuencia, duración y severidad de los brotes. Además, favorece la disolución gradual de tofos (depósitos de urato) que se forman con el tiempo en esta enfermedad.
Cálculos renales por ácido úrico
Otra indicación frecuente del alopurinol es la prevención de litiasis renal (cálculos en el riñón) formados por cristales de urato. Al reducir la concentración de ácido úrico en la orina, el fármaco disminuye la posibilidad de que estas sales precipiten y formen piedras. Esta indicación es especialmente relevante en pacientes que ya han tenido episodios de litiasis o tienen predisposición metabólica a desarrollarlos.
Hiperuricemia secundaria
También se prescribe alopurinol en casos de hiperuricemia secundaria, es decir, cuando el aumento del ácido úrico es consecuencia de otras enfermedades o tratamientos. Ejemplos comunes incluyen:
- Pacientes con neoplasias hematológicas sometidos a quimioterapia.
- Tratamientos que generan un síndrome de lisis tumoral, donde la destrucción masiva de células libera purinas al torrente sanguíneo.
- Enfermedades renales crónicas que dificultan la excreción de ácido úrico.
En estas situaciones, el alopurinol se emplea de manera profiláctica para evitar complicaciones agudas y preservar la función renal.
Uso en pacientes con trastornos metabólicos
En algunos casos menos frecuentes, el alopurinol puede estar indicado en trastornos genéticos raros como la deficiencia de hipoxantina-guanina fosforribosiltransferasa (síndrome de Lesch-Nyhan) o en enfermedades metabólicas que causan una sobreproducción de ácido úrico. En estos contextos, el medicamento se utiliza como parte de un abordaje integral bajo supervisión especializada.
Las indicaciones del alopurinol son amplias, pero siempre deben ir acompañadas de una evaluación médica completa, dado que su efectividad y seguridad dependen del contexto clínico de cada paciente.
Contraindicaciones
Aunque el alopurinol es un medicamento ampliamente utilizado y bien tolerado en la mayoría de los casos, existen situaciones en las que su uso está contraindicado o requiere una vigilancia médica estrecha. Antes de iniciar el tratamiento, es fundamental realizar una evaluación completa para descartar condiciones que puedan aumentar el riesgo de efectos adversos o reducir la eficacia del fármaco.
Hipersensibilidad al alopurinol o a sus excipientes
La contraindicación principal es la hipersensibilidad conocida al principio activo o a cualquiera de los componentes de la formulación. Las reacciones alérgicas pueden variar desde síntomas cutáneos leves hasta cuadros graves como el síndrome de Stevens-Johnson o la necrólisis epidérmica tóxica. Por esta razón, cualquier antecedente de reacción alérgica al alopurinol debe ser considerado como una contraindicación absoluta.
En pacientes con historia de erupciones medicamentosas graves, se debe evitar la reexposición al alopurinol, incluso si la reacción ocurrió mucho tiempo atrás.
Insuficiencia renal o hepática grave no controlada
El alopurinol se metaboliza en el hígado y se elimina principalmente por vía renal, por lo que en casos de insuficiencia renal o hepática severa y no controlada, su administración puede acumular metabolitos tóxicos y aumentar el riesgo de efectos adversos. En estos pacientes, el uso del medicamento está contraindicado salvo que el beneficio esperado justifique el riesgo y se cuente con una monitorización adecuada.
Cuando existe disfunción renal leve o moderada, puede ajustarse la dosis, pero en situaciones más avanzadas, se debe considerar alternativas terapéuticas o modificar el régimen de forma estrictamente individualizada.
Embarazo y lactancia
El uso de alopurinol durante el embarazo no está ampliamente estudiado, y aunque no se han documentado efectos teratogénicos evidentes, se recomienda evitar su uso en mujeres embarazadas a menos que sea estrictamente necesario y bajo indicación médica.
Durante la lactancia, pequeñas cantidades del medicamento pueden pasar a la leche materna, por lo que su uso debe evaluarse cuidadosamente. En general, se recomienda optar por otros tratamientos o interrumpir temporalmente la lactancia si no existen alternativas eficaces.
Pacientes con antecedentes de enfermedades cutáneas graves
En personas que han desarrollado reacciones cutáneas graves a medicamentos, especialmente aquellas con marcadores genéticos de susceptibilidad (como el alelo HLA-B*58:01), el alopurinol está contraindicado. Este alelo es más común en ciertas poblaciones asiáticas y debe ser considerado antes de iniciar el tratamiento.
La presencia de enfermedades dermatológicas activas o antecedentes de hipersensibilidad múltiple a medicamentos también obliga a una valoración clínica más cuidadosa.
Uso conjunto con ciertos medicamentos
Aunque no es una contraindicación absoluta, la administración concomitante de alopurinol con otros medicamentos que pueden interactuar (como azatioprina o mercaptopurina) requiere precaución extrema. Estos fármacos se metabolizan mediante la enzima xantina oxidasa, y la inhibición de esta por el alopurinol puede provocar una toxicidad potencialmente grave.
En estos casos, solo se puede considerar el uso conjunto si se realiza un ajuste drástico de dosis y con una supervisión médica constante. De no ser posible garantizar ese control, se debe evitar la combinación.
Efectos secundarios
Como todo medicamento, el alopurinol puede causar efectos secundarios en algunas personas. Aunque la mayoría de los pacientes lo tolera bien, es importante conocer las posibles reacciones adversas para identificar rápidamente cualquier manifestación anormal durante el tratamiento. La aparición de efectos secundarios suele depender de factores individuales como la dosis, el estado de salud general y la presencia de enfermedades preexistentes.
Reacciones frecuentes
Los efectos secundarios más comunes asociados al uso de alopurinol son de carácter leve y suelen presentarse al inicio del tratamiento. Entre ellos se encuentran:
- Trastornos gastrointestinales: náuseas, vómitos, dolor abdominal o diarrea.
- Cefalea o sensación de mareo.
- Erupciones cutáneas leves (exantemas), que pueden desaparecer espontáneamente al continuar el tratamiento o tras una reducción de la dosis.
Estas reacciones no siempre requieren la suspensión del fármaco, pero deben ser valoradas por un profesional sanitario, especialmente si persisten o empeoran.
Reacciones poco frecuentes pero graves
En algunos casos, pueden presentarse efectos adversos más serios que requieren la interrupción inmediata del tratamiento y atención médica urgente:
- Reacciones cutáneas graves: síndrome de Stevens-Johnson, necrólisis epidérmica tóxica y reacciones de hipersensibilidad sistémica. Estos cuadros se manifiestan con lesiones extensas en la piel, fiebre, inflamación de ganglios y compromiso general del estado de salud.
- Hepatotoxicidad: elevación de enzimas hepáticas o daño hepático clínico, que puede manifestarse con ictericia, fatiga extrema y cambios en la coloración de la orina.
- Alteraciones hematológicas: leucopenia, trombocitopenia o anemia aplásica, especialmente en pacientes con insuficiencia renal o tratamientos inmunosupresores concomitantes.
- Síndrome de hipersensibilidad al alopurinol (AHS): cuadro poco frecuente pero potencialmente mortal que combina fiebre, erupciones cutáneas, alteraciones hepáticas, renales y hematológicas.
Estas reacciones requieren un diagnóstico inmediato y, en muchos casos, hospitalización.
Riesgo en pacientes con predisposición genética
En ciertas poblaciones, especialmente del sudeste asiático, Caribe y algunas regiones del sur de Europa, la presencia del alelo HLA-B*58:01 aumenta significativamente el riesgo de reacciones graves al alopurinol. En estos pacientes, se recomienda realizar una prueba genética antes de iniciar el tratamiento, cuando esté disponible.
Monitoreo y prevención
La mayoría de los efectos secundarios pueden evitarse o reducirse si el tratamiento se inicia con dosis bajas, se ajusta de manera progresiva y se realiza una monitorización clínica y analítica regular. La buena hidratación y el control adecuado de la función renal también contribuyen a minimizar los riesgos.
Ante la aparición de cualquier síntoma inesperado o inusual, es esencial consultar con un profesional sanitario para determinar si está relacionado con el tratamiento y decidir el curso de acción más adecuado.
Preguntas frecuentes (FAQs)
En esta sección respondemos a las dudas más habituales sobre el uso de alopurinol, abordando aspectos clave como su disponibilidad sin receta, el precio y las dosis más comunes. Todas las respuestas están enfocadas en ofrecer información clara y útil, especialmente para quienes buscan adquirir este medicamento de forma segura y accesible.
¿Se puede comprar alopurinol sin receta?
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Aunque el acceso sin receta facilita la compra, se recomienda contar con supervisión médica para ajustar correctamente la dosis y realizar controles periódicos de ácido úrico y función renal.
¿Cuál es el precio del alopurinol en BoticaEspanol?
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¿Para qué sirve el alopurinol 300?
El alopurinol 300 está indicado en pacientes que requieren un control más intensivo del ácido úrico, ya sea por gota crónica, tofos articulares o hiperuricemia severa. Esta dosis suele utilizarse cuando las presentaciones más bajas no han logrado reducir los niveles de ácido úrico a los valores deseados.
También se prescribe en ciertos casos de litiasis renal recurrente o como parte de la profilaxis en pacientes sometidos a quimioterapia, con riesgo de síndrome de lisis tumoral. El uso de alopurinol 300 debe estar siempre determinado por un profesional sanitario, quien ajustará la dosis en función del estado clínico del paciente y de sus parámetros de laboratorio.
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¿Cuánto tiempo tarda en hacer efecto el alopurinol?
El alopurinol comienza a actuar desde los primeros días de administración, pero sus efectos sobre los niveles de ácido úrico se observan de manera progresiva. Por lo general, se requieren entre una y tres semanas para alcanzar una reducción significativa, dependiendo de la dosis y del estado metabólico del paciente.
Durante este tiempo, pueden ocurrir brotes de gota como consecuencia de la movilización de cristales de urato preexistentes. Por eso, es habitual que se acompañe de un tratamiento antiinflamatorio en las fases iniciales.
¿Qué precauciones debo tener al usar alopurinol?
Al iniciar el tratamiento con alopurinol, se deben tener en cuenta varias recomendaciones:
- Realizar controles regulares de ácido úrico en sangre.
- Mantener una buena hidratación para facilitar la eliminación renal.
- Informar al médico de cualquier otro medicamento que se esté tomando, para evitar interacciones.
- Suspender el uso y consultar al profesional si aparecen erupciones cutáneas, fiebre o síntomas inusuales.
El uso responsable del alopurinol, junto con una dieta adecuada y el seguimiento médico, es fundamental para lograr un control eficaz y seguro de la hiperuricemia.
Verificado y desarrollado por Dra. Nuria Gallego Esteban
Dra. Nuria Gallego Esteban es una médica especialista en aparato digestivo, experta en trastornos funcionales gastrointestinales como el síndrome de intestino irritable (SII), dispepsia funcional y alteraciones de la motilidad esofágica. Se licenció en Medicina por la Universidad de Salamanca y realizó la residencia en Gastroenterología en el Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid, donde desarrolló su vocación por los trastornos digestivos funcionales y psicosomáticos. Completó un Máster en Neurogastroenterología y Motilidad Digestiva por la Universitat Autònoma de Barcelona, y ha participado en programas de formación continua en la Universidad de Maastricht (Países Bajos), reconocida por su enfoque en la interacción cerebro-intestino.
Actualmente, la Dra. Gallego Esteban lidera la Unidad de Trastornos Funcionales Digestivos en el Hospital Universitario de Salamanca, donde trabaja de forma coordinada con psicólogos y dietistas en un modelo de atención multidisciplinar. Es miembro de la Asociación Española de Neurogastroenterología y Motilidad (ASENEM) y colabora como investigadora en estudios sobre microbiota intestinal y terapias dirigidas al eje intestino-cerebro. Su enfoque combina ciencia, empatía y educación del paciente, con el objetivo de mejorar la calidad de vida de quienes padecen dolencias digestivas persistentes.
"Entender el intestino es comprender una parte esencial de la mente." – Dra. Nuria Gallego Esteban
